Dientes sanos y sin caries, pero de verdad
Según un análisis realizado por la redacción de «La Revista Integral»*, los dentífricos actuales no solo no previenen la caries, sino lo que es peor, pueden contribuir a provocarla.
Y es que algunas de las sustancias de los actuales dentífricos son químicamente demasiado agresivas, suelen atacar el esmalte y desequilibrar el pH de nuestra mucosa bucal, dejando además un amargo sabor de boca.
Por otro lado, las campañas de marketing realizadas en torno al mundo de los dentríficos, los elevan como el principal agente protector de nuestros dientes, cuando éstos ocuparían el último lugar en la lista de causas, siendo las primeras el factor hereditario, la dieta o el mismo cepillado, que permanece en la sombra.
Influyen tres factores
A principios del siglo XX empezó a registrarse cierto incremento en el sector de las enfermedades dentales, tendencia que a principios de los años cincuenta se consolidó en todo el continente. En la actualidad, la Organización Mundial de la Salud afirma que la caries dental afecta a más del 90% de la población mundial. Gran parte de las poblaciones juvenil e infantil la padecen, lo cual hace veinte años era insólito.
De acuerdo con la opinión más generalizada entre los científicos, tanto el origen de la caries como su reciente expansión se deben a diversos factores. En primer lugar, aparece como determinante el factor hereditario y, tras él, el factor alimenticio: entre los expertos en nutrición existe unanimidad al reconocer que una alimentación natural, equilibrada y sobre todo rica en vitaminas y sales minerales es básica para mantener una dentadura sana y en pleno funcionamiento.
Desgraciadamente, la dieta de la sociedad de consumo, basada en productos refinados, alimentos artificiales y, sobre todo, muy rica en azúcar es responsable en gran medida de la repentina expansión de la caries por todo el mundo.
Por último, el tercer factor de la etiología de la caries está relacionado con la higiene bucal y dental, es decir, con la limpieza y cepillado de nuestros dientes.
Caries
En nuestra mucosa bucal existe una profusa flora microbiana, compuesta tanto por bacterias beneficiosas como nocivas para el organismo. Esta flora microbiana se halla controlada por la acción del antiséptico natural que es la saliva, la cual inhibe el desarrollo de las bacterias perjudiciales para la salud dental a través del mantenimiento del equilibrio ácido-base en la mucosa.
Después de las comidas se incrementa la posibilidad de que este equilibrio se vea amenazado, ya que los residuos de la secreción de la masticación de los dientes, así como las partículas que no han sido englutidas, se empiezan a adherir al esmalte de dientes y muelas, formando lo que en lenguaje técnico se conoce como la capa o placa bacteriana que si no fuese eliminada tras el cepillado diario, se transformaría en sarro.
En esta capa proliferan las bacterias de cuyo metabolismo se desprenden ácidos, que, a su vez, al reaccionar sobre el medio, inician una acción destructiva sobre el esmalte de los dientes.
Si siguiéramos una dieta basada en productos naturales, rica en frutas y en alimentos crudos, la fermentación de residuos de comida y la acidificación del medio sería más fácilmente controlable por la acción antiséptica de la saliva; pero la dieta actual, en donde predominan los azúcares y las partículas de elementos proteínicos, que suelen adherirse como pegamento a muelas y dientes, constituye un caldo adecuado para la difusión de las bacterias. Si el esmalte no está entonces en muy buenas condiciones, es muy probable que los ácidos penetren en él y al cabo de cierto tiempo provoquen la aparición de una zona descalcificada, en la que se instalará la caries.
Parodontosis
La segunda enfermedad que afecta con más frecuencia a nuestros dientes, la parodontosis, también está en parte relacionada con la capa bacteriana. La parodontosis consiste en una infección de la encía por la cual ésta desaparece progresivamente, lo que acaba por amenazar la raíz del diente.
En la parodontosis, aparte de factores hereditarios desencadenantes, como una hiperfunción endocrina, diabetes o la falta de hierro o vitaminas, también desempeña un papel coadyuvante la mala higiene bucal y la aparición del sarro.
¿Qué es un dentífrico en realidad?
Componentes básicos de los dentífricos actuales, aparte del excipiente, aromatizantes y aditivos, son los abrasivos, los detergentes o tensoactivos, los antisépticos y las sustancias astringentes.
- Los abrasivos suelen ser a base de fosfatos o carbonatos, su función primordial es la de contribuir al desprendimiento de la placa bacteriana, puliendo al mismo tiempo el esmalte del diente. Sin embargo, teniendo en cuenta que la constitución dental varía mucho de un individuo a otro, su acción abrasiva sobre dentaduras débiles a menudo termina por atacar al mismo esmalte, especialmente si la técnica del cepillado es defectuosa.
- El laurilsulfato, presente en numerosos dentífricos, perjudica a las bacterias beneficiosas de la boca y hace que los dientes pierdan resistencia ante la acción de los ácidos.
- Los antisépticos de algunos dentífricos actúan como una auténtica maza química, que destruye la flora bacteriana y altera el equilibrio ácido-alcalino de la boca.
- El flúor se encuentra en el foco de la polémica. Sus defensores argumentan su capacidad para robustecer el esmalte mientras que sus detractores insisten en que se trata de una sustancia tóxica. Como máximo algunos científicos estarían dispuestos a aceptar el 0,15% de flúor en el dentífrico.
- Finalmente, las sustancias astringentes en su mayoría son extractos de plantas o enlaces alumínicos cuya función es fijar los dientes a las encías y ejercer una acción antihemorrágica. Son aconsejables especialmente en casos de gingivitis o parodontosis.
*Fuente: La Revista Integral. Con informaciones de Octavi Piulats, Jaume Rosselló y Laura Torres (médico naturista).
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